sábado, 6 de julio de 2013

El Alimento del Futuro

Hola gente, como están? Que cuentan? Disculpen por andar tan perdida con el blog.
En estos últimos días encontré un cuento que había leído el año pasado en Lengua y es un cuento hermoso de Pablo Ramos, titulado 'El Alimento del Futuro'. Les dejo el resumen del cuento. Espero que lo disfruten.

El Alimento del Futuro (Pablo Ramos) 

El 1° de Mayo de 1982, un día antes de cumplirse un mes de haber empezado la Guerra de las Malvinas se festejaba en la casa de Gabriel el día del Trabajador, la madre de Gabriel pidió por los chicos que están en la guerra. El único chico que está  ahí es “EL Gaby” amigos de los chicos del barrio.
Luego de varios años se juntaron todos los amigos de esa cuadra, El Rata, El Percha, Gaby y El Chino. Cuando el Chino se fue los demás empezaron a hablar sobre la guerra. El hermano de Gaby contó que EL GABY se encontraba en el General Belgrano (buque-escuela) ellos pensaban que el buque no iba a entrar en la guerra
Un día Gabriel cuando estaba terminando te dar un paseo tipo 7 de la tarde, le llega una noticia donde su amigo el Gaby, había fallecido porque los Ingleses habían disparado sobre el General Belgrano, mucho gaby no entendía ya que se supone que el buque no iba a entrar a la guerra.
Todos en el Barrio se conmocionaron y hicieron una especie de procesión enfrente de la casa de el Gaby. Luego de un par de días llegó otra noticia: El gaby estaba en la lista de sobrevivientes de la Guerra. Cuando lo fueron a buscar estaba IRRECONOCIBLE tenía las manos y la cabeza quemada y la espalda rota. Todos lo tomaban como un Gran héroe.
Un día apenas se recompuso el Gaby fue citando de 3 a 3 chicos en toda la cuadra. Los primero en ir fueron El Chino, El Rata y Gaby. Llegaron a la casa y la madre es sirvió una taza de chocolate a cada uno. De repente apareció el Gaby vendado a medias y en silla de ruedas. Los chicos no decían nada porque con tan solo verlo y escuchar como con mucha dificultad podía absorber el té fue suficiente para que ellos sintieran ganas de llorar. Hablaron muy poco y ya cuando se estaban llendo el Percha le dijo un chiste y el intentó sonreír.
El Gaby falleció  5 años después en su casa donde dio aquella lección a esos tres chicos casi sin palabras.
Una Guerra donde quedaron muchas vidas, solamente para defender lo que es nuestro.

miércoles, 12 de junio de 2013

Mi viejo...

Hola gente como están? Perdón por desaparecer tanto tiempo! El 16 de junio es el Día del Padre en Argentina. Mi papá se llama Dardo y aveces discutimos, reímos, me da consejos y lo amo con el alma entera. Encontré la canción de Piero que se llama 'Mi Viejo' es una hermosa canción para dedicar a nuestros queridos viejos.

Mi Viejo - Piero 


Es un buen tipo mi viejo
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.
Yo lo miro desde lejos,
pero somos tan distintos;
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto.

Viejo mi querido viejo
ahora ya camina lerdo;
como perdonando el viento
yo soy tu sangre mi viejo
Yo, soy tu silencio y tu tiempo.

El tiene los ojos buenos
y una figura pesada;
la edad se le vino encima
sin carnaval ni comparsa.

Yo tengo los años nuevos
y el hombre los años viejos;
el dolor lo lleva adentro
y tiene historia sin tiempo.
Viejo mi querido viejo,

ahora ya camina lerdo
como perdonando al viento;
yo soy tu sangre mi viejo.
yo, soy tu silencio y tu tiempo.

Les dejo el video de esta hermosa canción 


También les dejo un collage en donde estoy con mi papá en mi fiesta de 15 años. 


miércoles, 29 de mayo de 2013

La eñe también es gente

Hola gente! Hoy es taller de lectura encontré este cuento de mi ídola de la infancia, de Maria Elena Walsh, me dolió mucho su partida hacia el otro mundo porque ella marcó mi infancia, sus canciones, sus cuentos, ella para mi era perfecta. Espero que lo disfruten.

'La eñe También es Gente' - María Elena Walsh
"La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta la apócope. Ya nos han traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~. ¿Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces? ¿En los pagos de Añatuya cómo cantarán Añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní? "La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre variadas discriminaciones. Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui. A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo. Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también por pereza y comodidad. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños. ¡Impronunciables nativos! Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así nos canta. No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski. Ninios, suenios, otonio. Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania. La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software. Luchemos para no añadir más leña a la hoguera dónde se debate nuestro discriminado signo.
Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémoslo al mundo entero por Internet! La eñe también es gente."

La creadora de la célebre Manuelita (la de Pehuajó) nació en Buenos Aires en 1930. María Elena Walsh marcó un antes y un después en la literatura para niños a partir de sus poemas hechas canciones que se popularizaron en todo el mundo hispano. Poeta, narradora, también escribió canciones no sólo para chicos (por ejemplo: Como la cigarra y Canción para la Tierra de uno), guiones para TV, obras de teatro, notas periodísticas.
Este texto fue tomado del diario La Nación, Buenos Aires, 1996.

martes, 28 de mayo de 2013

He Sentido Amor (Saya caporal)

Hola gente como están? Estuve pensando bastante si hacer este post o no, igual espero que les guste porque esto es una pequeña parte de mis raíces bolivianas-jujeñas. Mis abuelos son bolivianos y mis papás son jujeños, desde que tengo memoria ellos siempre me enseñan a amar los lugares de donde vengo. 
La Saya es una danza afro boliviana que nace de la expresión de los negros mulatos que habitan la región de Los Yungas ubicado en la franja sub andina de Bolivia al norte de la ciudad de La PazEste vídeo es una saya caporal, muy norteña y que a mi me encanta. La canción se llama 'He Sentido Amor' cantada por el grupo 'Bandy2', el video muestra a los bailarines caporales y los bellos paisajes que tiene la provincia de Salta.


Espero que lo disfruten. Besos!

sábado, 25 de mayo de 2013

El Amor...

Hola gente, como están? Disculpen si tengo un poco olvidado el blog pero como dije en mis posts anteriores, ando ocupada con mis ensayos en danza.
Estuve leyendo un libro de poemas que nos regalaron en el colegio y encontré uno que me encantó. 
Es un poema para los enamorados, un poema para enamorarse, y los que todavía no encontraron el significado del 'amor' o de 'estar enamorado' a no bajar los brazos! Todo llega a su tiempo. Disfruten este hermoso poema:

El Amor... (Joaquin Dicenta)
"El amor es perfume, es néctar y es veneno;
es camino de rosas y camino de cieno,
es un rayo de luna besando un corazón...

Es débil como un niño, como un Hércules fuerte,
el amor es la flecha que nos causa la muerte
y tiene el privilegio de la resurrección." 

Disfruten de este hermoso sábado!

miércoles, 22 de mayo de 2013

Mil Grullas

Hola gente! Como va? Ando perdida últimamente pero me estoy perfeccionando para que en algún futuro pueda ser una excelente bailarina, poder trabajar y ser reconocida de lo que más amo.
Cuando estaba en 7mo grado, mi señorita que se llama Claudia nos había leído un cuento llamado Mil Grullas, es un cuento que me conmovió muchísimo, es muy emotivo, es una demostración de amor increíble.

Los invito a que lo lean y se emocionen de la misma manera que me emocioné yo. Disfruten lo que queda de la semana!

Mil Grullas

Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos.
Porque ellos eran nuevos en el mundo. También, como todos los chicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendían muy bien qué era lo que estaba pasando.
Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo: en un clima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes.
Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para descubrirlo.
¡Ah... y también se estaban descubriendo uno al otro!
Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podían transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos.
Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio...
Pero Naomi sabía que quería a ese muchachito delgado, que más de una vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la ración de batatas que había traído de su casa.
-No tengo hambre —le mentía Toshiro, cuando veía que la niña apenas si tenía dos o tres galletitas para pasar el mediodía—. Te dejo mi vianda —y se iba a corretear con sus compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergüenza de devorar la ración.
Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas trenzas negras. Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba tan lejos aún...
El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llegó puntualmente el 21 de junio y anunció las vacaciones escolares.
Y con la misma intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas, ese año los ensombreció a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba que tendrían que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.
A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de la otra, sus familias no se conocían. Ni siquiera tenían entonces la posibilidad de encontrarse en alguna visita. Había que esperar pacientemente la reanudación de las clases.
Acabó junio, y Toshiro arrancó contento la hoja del almanaque...
Se fue julio, y Naomi arrancó contenta la hoja del almanaque...
Y aunque no lo supieran: ¡Por fin llegó agosto! —pensaron los dos al mismo tiempo.
Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó, junto a sus padres, hacia la aldea de Miyashima. Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos, dos ceramistas que veían apilarse vasijas en todos los rincones de su local.
Ya no vendían nada. No obstante, sus manos viejas seguían modelando la arcilla con la misma dedicación de otras épocas, -Para cuando termine la guerra... —decía el abuelo—. Todo acaba algún día... —comentaba la abuela por lo bajo. Y Toshiro sentía que la paz debía de ser algo muy hermoso, porque los ojos de su madre parecían aclararse fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a él se le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi.
¿Y Naomi?
El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo.
Abandonó el tatami, se deslizó de puntillas entre sus dormidos hermanos y abrió la ventana de la habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un suspiro.
El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros haikus:

Lento se apaga
El verano
Enciendo
Lámpara y sonrisas.
Pronto
Florecerán los crisantemos.
Espera,
Corazón.

Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar!
Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se cumpliese.
La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la camisa de su papá, el pedido de que Toshiro no la olvidara nunca...
Y los dos deseos se cumplieron.
Pero el mundo tenía sus propios planes...
Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.
Naomi se ajusta el obi de su kimono y recuerda a su amigo: -¿Qué estará haciendo ahora?
"Ahora", Toshiro Pesca en la isla mientras se pregunta: -¿Qué estará haciendo Naomi?
En el mismo momento, un avión enemigo sobrevuela el cielo de Hiroshima.
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad.
En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez.
Dos viejos trenzan bambúes por última vez.
Una docena de chicos canturrea: "Donguri-Koro Koro- Donguri Ko..." por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez.
Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos mandados.
Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río.
Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.
Recién en diciembre logró Toshiro averiguar donde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios!
Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima, como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos, en su misma sangre.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana.
El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.
Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
-Voy a morirme, Toshiro... —susurró. No bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama—. Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta...
Mil grullas... o "Semba-Tsuru", como se dice en japonés.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita. Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
-Te vas a curar, Naomi —le dijo entonces, pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella noche el porqué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que, hasta ese día, había habido allí.
Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho.
La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.
Y así, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó primero novecientos ochenta cuadraditos y luego los plegó, uno por uno hasta completar las mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho. Ya amanecía, el muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel. Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las aprestó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra.
Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por esa única vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de sus primos.
No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.
-Prohibidas las visitas a esta hora —le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Por favor...
Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparentemente impasibilidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió que entrara: -Pero cinco minutos, ¿eh?
Naomi dormía.
Tratando de no hacer el mínimo ruidito, Toshiro puso una silla sobre la mesa de luz y luego se subió.
Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielorraso. Pero lo alcanzó. Y en un rato estaban las mil grullas pendiendo del techo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.
Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando. Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.
-Son hermosas, Tosí-can... Gracias...
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas —y el muchacho abandonó la sala sin darse vuelta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, al entreabrir por unos instantes la ventana.
Los ojos de Naomi seguían sonriendo.
La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?
Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo.
Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de las máquina de calcular.
Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes...
Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa.
-Algún día completará las mil... —cuchicheaban entre risas— ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospechaba, siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.

Besos!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Donde esta Dios cuando más lo necesitamos?

Hola gente, como están? Hace días no publico nada porque ando a full con el ensayo en las clases de danza.
Hace varios años, estando de vacaciones, escuche un cuento en una estación de radio de Ledesma (Jujuy). Es un cuento que me emocionó muchísimo, pero lamentablemente no encontré el nombre del autor.
El cuento se llama Donde está Dios cuando más lo necesitamos?. Espero que lo disfruten y se emocionen como yo.


¿Dónde Está Dios Cuando Más Lo Necesitamos?

Sally salto de su asiento cuando vio salir al cirujano. Le pregunto:
"¿Como esta mi pequeño?, ¿va a ponerse bien?, ¿cuándo lo podré ver?".
El cirujano dijo: "Lo siento; hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance".
Sally dijo, consternada: "¿Por que a los niños les da cáncer? ¿Es que acaso Dios ya no se preocupa por ellos? DIOS, ¿Dónde estabas cuando mi hijo te necesitaba?".
El cirujano dijo: "Una de las enfermeras saldrá en un momento para dejarte pasar unos minutos con los restos de tu hijo antes de que sean llevados a la Universidad". Sally pidió a la enfermera que la acompañara mientras se despedía de su hijo. Recorrió con su mano su cabello rojizo. La enfermera le pregunto si quería conservar uno de los rizos. Sally asintió  La enfermera corto el rizo, lo coloco en una bolsista de plástico y se la dio a Sally.
Sally dijo: "Fue idea de Jimmy donar su cuerpo a la Universidad para ser estudiado.
Dijo que podría ayudar a alguien mas. Eso es lo que el deseaba. Yo al principio me negué  pero el me dijo 'Mami, no lo usare después de que muera, y tal vez ayudara a que un ninito disfrute de un dia mas junto a su mama'.
Mi Jimmy tenia un corazón de oro, siempre pensaba en los demás y deseaba ayudarlos como pudiera". Sally salio del Hospital Infantil por ultima vez, después de haber permanecido ahí la mayor parte de los últimos 6 meses.
Coloco la maleta con las pertenencias de Jimmy en el asiento del auto, junto a ella.
Fue difícil manejar de regreso a casa, y mas difícil aun entrar a una casa vacía  Llevo la maleta a la habitación de Jimmy y coloco los autos miniatura y todas sus demás cosas justo como el siempre las tenia. Se acostó en la cama y lloro hasta quedarse dormida, abrazando la pequeña almohada de Jimmy.
Despertó cerca de la medianoche y junto a ella había una hoja de papel doblada. Abrió la carta, que decía:
"Querida mami: Se que vas a echarme de menos, pero no pienses que te he olvidado o he dejado de amarte solo porque ya no estoy ahí para decirte TE AMO.
Pensare en ti cada día  mamita, y cada día te amare aun mas. Algún día nos volveremos a ver. Si deseas adoptar a un niño para que no estés tan solita, podrá estar en mi habitación y podrá jugar con todas mis cosas.
Si decides que sea una niña, probablemente no le gustaran las mismas cosas que a los niños, y tendrás que comprarle muñecas y cosas de esas. No te pongas triste cuando pienses en mi; este lugar es grandioso. Los abuelos vinieron a recibirme cuando llegue y me han mostrado algo de acá  pero tomara algo de tiempo verlo todo. Los ángeles son muy amistosos y me encanta verlos volar.
Jesús no se parece a todas las imágenes que vi de El, pero supe que era El tan pronto y lo vi. Jesús me llevo a ver a DIOS! ¿Y que crees, mami? Me senté en su regazo y le hable como si yo fuera alguien importante. Le dije a Dios que quería escribirte una carta para despedirme y todo eso, aunque sabia que no estaba permitido. Dios me dio papel y Su pluma personal para escribirte esta carta. Creo que se llama Gabriel el ángel que te la dejara caer. Dios me dijo que te respondiera a lo que Le preguntaste: '¿Donde
estaba El cuando yo lo necesitaba?'. Dios dijo: 'En donde mismo que cuando Jesús estaba en la cruz'. Estaba justo ahí, como lo esta con todos Sus hijos. Esta noche estaré a la mesa con Jesús para la cena. Se que la comida sera fabulosa.
Casi olvido decirte... Ya no tengo ningún dolor; el cáncer se ha ido. Me alegra, pues ya no podía resistir tanto dolor y Dios no podía resistir verme sufrir de ese modo, así que envió al Ángel de la Misericordia para llevarme.
¡El Ángel me dijo que yo era una Entrega Especial!"
Firmado con amor, de: Dios, Jesús y Yo .


Besos!